By Luciano Quiñones Mi patria es un oasis, un jardín de gran belleza, donde artistas y poetas se llenan de inspiración; y tiene en el Oeste, una fulgurante estrella, un pedacito de cielo, parte del reino de Dios. Hoy quiero regalarle a esta ciudad de hermosura, La Sultana del Oeste, la del sabor a mangó; mi más lírica alabanza, mi poesía más fina y pura, y una melodía bordada con hilos del corazón. ¡Mayagüez! ¡Mayagüez! Ciudad de las aguas puras, valles y montes de ensoñación, baja cantando tu río a tu apacible bahía donde al fin de cada día se acuesta a dormir el Sol. ¡Mayagüez! ¡Mi Mayagüez! Que orgullo para nosotros tu historia es, desde el humilde Taíno que bautizó al Río Yagüez, a Eugenio María de Hostos que inmenso fue. Eres cuna de cultura, crisol de sabiduría, la Virgen de la Candelaria dotó a tus damas de gran belleza y de simpatía. Eres el lugar perfecto, del Paraíso el Edén; de orgullo se hinche mi pecho para decirte: ¡Dios te bendiga, mi Mayagüez! ¡Mayagüez!