Sobre las verdes alturas de mi borinqueña tierra, se levanta Maricao, en medio de sus haciendas. Coro: La sombra del indio vaga en la floresta porque Maricao, se viste de fiesta. Un sol benigno le alumbra suave brisa le refresca; y el alegre caserío, viste sus galas de fiesta. Entre tocatas y juegos, asiste el culto a la iglesia y van y vienen la gente olvidando sus tristezas. Pero al volver a la casa cuando el hombre a solas piensa del antiguo Maricao, se oye un suspiro en la sierra.